Hace algunos años brotó la polémica de si los colegios públicos debían exigir el uniforme escolar. El uso de una vestimenta oficial para todos los alumnos siempre había sido patrimonio de los centros privados. Pero en los últimos cursos se ha pretendido fomentar esta costumbre desde la Administración. Y ahora nos encontramos con que, después de que este curso 10 centros públicos participasen voluntariamente en el proyecto piloto, la Conselleria de Educación haya decidido ampliar –con el beneplácito de los Consejos Escolares- la utilización del uniforme a otros 33 centros públicos de la Comunidad.
Los partidarios del uniforme recalcan que supone un ahorro en ropa para las familias, ya que la Generalitat Valenciana ofrecería una subvención de 20 € para los integrantes del proyecto. Pero las motivaciones económicas no son, ni mucho menos, las únicas razones que alegan. Según los defensores de la vestimenta oficial, el uniforme representaría un instrumento para fomentar el sentido de la igualdad entre los alumnos, mejorar su disciplina en clase y reducir la violencia escolar, si bien ya se ha comprobado que no mejora necesariamente los resultados académicos.
Pero el uso del uniforme no confiere ventajas para todo el mundo. Muchos de los que se oponen a esta medida critican la eliminación de la “individualidad” de los alumnos, que no podrían expresar ante los demás su personalidad y sufrirían un control excesivo de sus profesores. Otros consideran irrelevante la ropa que se lleve puesta con tal de que los alumnos aprendan. Al margen de todas las posiciones, la Generalitat ya tiene su postura y, de lograrse un acuerdo en los Consejos Escolares, en los próximos cursos habrá más colegios públicos que exijan el uso del uniforme escolar.